La venganza de Filomena

El mito griego de Filomena y su venganza aparece en la metamorfosis de Ovidio, también aparece en la obra de Shakespeare Tito Andrónico, con el nombre de Lavinia.

Igualmente, en la obra del gran Lope de Vega la Filomena, se narra el poema basado en el mito de Filomena, princesa de Atenas y su venganza.

Filomena era hija Pandión, rey de Atenas y Euxipe, tenía una hermana llamada Progne, el vínculo entre las hermanas era muy grande, al igual que el respeto que tenían por sus padres.

Pero, el reino de Atenas tenía un problema, pues era acosado constantemente por los bárbaros y la única nación de ayudaba a Pandión era Tracia, su rey Tereo, era hijo de Ares el dios de la guerra.

El premio de Tereo

Cuando cesaron los ataques, Pandión recompenso a Tereo con una hija suya, el rey de Tracia eligió a Progne, la hermana mayor, el día de su boda desde el principio auguró malos auspicios.

Las gracias no bendijeron la ceremonia y los principales invitados fueron las terribles Erinias, Alecto, Megera y Tisífone. En la noche de bodas un búho de aspecto monstruoso, se posó sobre el lecho nupcial.

El rudo Tereo, haciendo caso omiso de estos presagios, cumplió su papel como marido en la noche de bodas y, al día siguiente, se llevó a su esposa Progne a su país, Tracia. 

Pasados los años, Progne le dio a su salvaje marido un hijo Itis y, durante años, vivieron sin ninguna desgracia. Al cabo de un tiempo Progne comenzó a cansarse de los barbaros tracios, que no le hacían olvidar ni a Atenas ni a su familia.

La petición de Progne

Poco a poco su nostalgia fue en aumento, por lo que no descanso hasta engatusar a su esposo para que la dejará ir a Atenas a visitar a su familia, Tereo negó su petición,  pero a fuerza de lágrimas consintió la visita de su hermana.

Puso una única condición, que el mismo viajaría a Atenas para traer a su hermana, y así hizo el rudo Tereo, que navegó a Atenas donde encontró al anciano rey Pandión.

Como es normal, Pandión no quería que su hija se marchase, pues el viaje era largo y su edad ya estaba muy avanzada, temía que no la volvería a ver después de su partida.

El rey de Atenas, aunque anciano, seguía siendo muy astuto, por lo que accedió a dejar marchar a su hija no sin antes hacer jurar a Tereo por su honor, que la traería sana y salva.

Tereo hizo el juramento, después padre e hija se despidieron con lágrimas en los ojos, el temor del viejo rey era cierto, pues en cuanto el barco zarpó de Atenas, Tereo puso sus ojos en Filomena.

El mito de Filomena

La traición de Tereo

Filomena era más joven que Progne y estaba en la flor de la vida, Tereo ansió a su cuñada y se arrepintió de haber tomado como esposa a la hermana mayor.

Durante todo el viaje cortejó a la joven, que no sospechaba nada de las horribles intenciones del esposo de su hermana, sonreía y pensaba que las palabras cariñosas se debían al amor que sentía por su hermana.

Al llegar a Tracia, Tereo ya no disfrazó su oscuro deseo de sustituirla por su hermana, Filomena en su inocencia pidió ayuda a los dioses, pero de nada sirvió y Tereo la forzó a punta de espada.

Después, no contento con su fechoría, el salvaje tirano, ante las suplicas de la inocente Filomena, le cortó la lengua para que no pudiera traicionar su mentira.

Para estar más seguro, la encerró en una oscura celda en lo alto de una torre donde su hermana jamás la pudiese encontrar.

La tragedia de Pandión

Tereo, le dijo a su esposa que su hermana contrajo una enfermedad en el mar y que murió, la noticia como es natural también llegó a Atenas, donde el anciano padre murió de pena.

La cautiva Filomena, supo que habían engañado a su hermana Progne, por las conversaciones de sus vigilantes y tramó un plan para vengarse del malvado esposo de su hermana.

FIlomena aunque no podía hablar, podía expresarse por las manos, pasaba sus horas encerrada tejiendo pues era el único pasatiempo que le permitía su captor.

Sobre un tejido blanco escribió con hilos púrpura la historia de su triste vida y la tragedia que sufría. Al terminar su trabajo, sobornó a uno de sus guardias, que por pena o por rencor hacía su rey, entregó el tejido a un mensajero.

El astuto mensajero, entregó la carta tejida a su reina, cuando el rey se ausentó a cazar, le explicó que su hermana estaba viva y cautiva y que había sido engañada por su esposo.

El triste reecuentro de las hermanas

Aquella noticia revivió por completo el ánimo de la reina Progne, con el mensajero como guía se acercó a la torre, castigó severamente a los guardianes y se llevó a su hermana a palacio.

Las hermanas como pudieron, mezclaron lágrimas, gestos y abrazos, Progne empezó a clamar venganza contra su esposo, por una vida llena de hastió, rechazo y crueldad.

Progne pensó que la mejor manera que matar a su marido sería mientras dormía, juro matarle ante los dioses por una vida llena de maldades impunes.

Al llegar a palacio, les recibió Itis, su hijo, que era tan parecido a su padre que Progne en un arrebato de ira, perdió el juicio por completo e hirió de gravedad a su propio hijo, enloquecida de dolor hacia su hermana.

Las furiosas hermanas, presas de un rencor incontrolable desmembraron el cuerpo del joven, miembro a miembro, e hirvieron su carne en una caldera, como venganza.

La venganza de Filomena

Cuando Tereo regresó a casa, Progne se lo sirvió en la comida, sin sospechar nada, el malvado rey comió y bebió y cuando quedó complacido del manjar, preguntó a su esposa por el rico alimento.

En respuesta a su petición apareció Filomena arrojando la cabeza sangrante de su hijo a los pies del rey, mientras Progne cogía una antorcha para quemar vivo a su cruel esposo.

El despiadado Tereo, saltó a un lado y empuñó su espada para acabar con la vida de las dos mujeres, que viéndose desarmadas corrieron del maldito palacio que se quemaba poco a poco.

El fiero esposo, las persiguió por el bosque para darle muertes, fue entonces cuando los dioses se cansaron de las tragedias esta familia e hicieron un milagro para señalar la culpa de esta casa.

Transformaron a Progne en una golondrina y a Filomena en un ruiseñor, siempre volando perseguidas por una abubilla, que no es otro que el cruel marido con su espada manchada de sangre.

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