Después del gran músico y poeta Orfeo, hijo de dioses y musas, el cantante y músico más famoso de la antigua Grecia fue, Arión de Lesbos. No debemos confundirlo con Arión, hijo de Poseidón y Deméter.
Arión de Lesbos, pasó la mayor parte de su vida en Corinto, su mecenas fue el rey Periandro, uno de los siete sabios de la antigua Grecia, antes de que se le tildase de tirano.
El rey, muy aficionado a la música, convocó un concurso musical que ganó con justicia Arión, por lo que el celebré músico se estableció en la corte Periandro.
El gran músico, alegraba los días del rey, con el paso del tiempo perfeccionó mucho su arte y compuso el ditirambo, una composición lírica dedicada al dios Dionisio.
El ditirambo, fue llevado a Atenas y en los festivales dedicados a Dionisio, las dionisias, era la obra más importante dentro de la lírica y la música en las fiestas.
La petición a Periandro
Llegó el día en que Arión, pensó en enseñar su destreza en otras tierras, por lo que pidió el permiso a su mecenas para hacer una gira por Grecia e incluso por el extranjero, hasta llegar a Sicilia.
Periandro, rogó a Arión para que se quedará en Corinto, pues las rutas por los mares eran peligrosas y los marineros se vendían por dinero al mejor postor.
En Sicilia, se organizó un concurso de música, en el que Arión fue el claro ganador, el trovador ganó allí muchos premios y regalos, tantos, que formaron un tesoro de oro y plata.
Para regresar, Arión de Lesbos, contrató una nave corintia, sabedor de que, la protección que obtendría como mecenas del rey Periandro le aportaría la seguridad en el viaje.
Cuando el barco zarpó, el corazón de Arión encontró descanso, pues la visión de los premios obtenidos en el concurso transformaba la cara de los hombres.
Los marineros piratas
Los peores presagios de Periandro se cumplieron, pues los marineros eran codiciosos y traicioneros y el tesoro los convirtió en piratas, a medida que pasaban los días de viaje, fantaseaban con las riquezas que transportaban.
Una noche, estando en alta mar, Apolo dios de las artes y la música, se apareció en sueños a Arión y le avisó del peligro que le acechaba y de como podría hacerle frente.
Cuando estos marineros se quitaron la careta de la bondad, cayeron con las espadas sobre su pasajero, manifestando su voluntad de hacerse con la riquezas:
— Queremos tus riquezas, pero si te matamos, al llegar a Corinto, el rey Periandro, sabrá lo ocurrido, no podemos regresar tampoco a Sicilia, te damos a elegir— dijeron los marineros.
— Elige entre el suicidio y nosotros te enterraremos en la orilla, o nosotros te tiramos por la borda sin hacer más—.

La audaz petición de Arión de Lesbos
El pobre Arión pidió una última voluntad, permitirle engalanarse con sus mejores ropas y cantar con su arpa sus más dulces canciones, después se tiraría al mar y les ahorraría el sentimiento de culpa.
Los toscos marineros accedieron de buena gana, se sintieron doblemente afortunados, por un lado serían ricos y libres de culpa ante el sabio rey de Corinto.
Por otro, podrían escuchar los compases de la viva voz del más famoso juglar del momento. Lo que no sabían los zafios piratas es que Arión, seguía los consejos del dios Apolo.
Arión de Lesbos, se vistió de púrpura y perfumó su pelo, con una corona obtenida del premio del concurso, cómo el más noble de sus tesoros, fue hacía la popa a cantar su canción póstuma.
Se decía que Orfeo era capaz de hacer moverse a los arboles y las rocas cuando tocaba la lira, aunque el don de Arión era menor, cuando su arpa resonó en el mar, las olas cesaron y el viento dejó de silbar.
El maravilloso don de Arión
Los crueles marineros, olvidaron sus oscuros deseos y su corazón se llenó de pena hacía el joven, un grupo de delfines atraídos por la melodía, rodeó por completo el barco.
Al terminar su obra póstuma, el músico hizo una reverencia a los marineros y con la lira en la mano, se arrojó al mar. Los piratas tardaron un tiempo en reaccionar pues la música de Arión los había ensimismado.
Llegaron a Grecia, contentos de haberse desecho de él, dispuestos a cumplir con su comedia, librase del rey Periandro y poder vivir una temporada rodeados de lujos y despilfarro.
Lo que no sabían, es que Arión al caer al agua, se sujetó a la aleta de un delfín, que le llevó sano y salvo a la costa, de allí viajó Arión al Peloponeso y llegó a Corinto un día antes que el barco.
El rey se alegró del retorno del músico y en agradecimiento a Apolo, sacrificó su mejor buey en honor al dios. Cuando llegó el barco a puerto, los marineros ladrones, fueron llamados ante el rey.
El monumento a Arión
Los ladrones declararon audazmente ante su rey, que Arión no quiso volver a Corinto y que prefirió las tierras de Sicilia. Fue entonces cuando, Periandro hizo una señal a Arión.
En la corte de Periandro se hizo el silencio, después una música empezó a sonar en palacio, los marineros la reconocieron enseguida, era la misma que Arión había tocado antes de arrojarse al mar.
El músico, llevaba los mismos ropajes púrpuras que portaba en sus últimos momentos en el barco, cuando oyeron la música de Arión, los marineros reconocieron sus fechorías.
Arión no tenia un corazón vengativo, pero el rey sí tomo justicia. Ordenó la muerte para la tripulación. En memoria del salvamento de su protegido, hizo construir una estatua de bronce de Arión cabalgando en el lomo de un delfín.