Eco y Narciso

El mito de Eco y Narciso es uno de los mitos más maravillosos, con el paso del tiempo este mito se ha convertido en leyenda. En la mitología aparecen criaturas fantásticas y hoy os contaré la historia de una de ellas. 

Las ninfas eran unas criaturas muy hermosas con forma de mujer, eran espíritus divinos que vivían en la naturaleza, eran bondadosas y amaban cantar y bailar. Hoy hablaremos de la ninfa Liríope.

El nacimiento de Narciso

Liríope era una linda ninfa de agua y dio a luz a un bebe muy hermoso, al que llamó Narciso. El bebé aunque era muy agraciado también era muy delicado y la madre visitó entonces a un sabio llamado Tiresias, para saber si el niño crecería sano y fuerte.

El sabio era hijo de una ninfa también, se dio cuenta enseguida de que el bebé era muy hermoso, pues aunque era ciego, los dioses le habían otorgado el don de la adivinación y le dijo a su madre que Narciso crecería sano, siempre y cuando no se contemplase a sí mismo.

La preocupada madre, no entendió las palabras del sabio, pero quedó más tranquila al saber que Narciso crecería como un niño normal.

La belleza de Narciso

Narciso creció protegido por su madre, para alejarlo de cualquier reflejo, se convirtió en pastor, cuando llegó a adulto, la belleza de Narciso era famosa. Los jóvenes menos agraciados le envidiaban y las mujeres se sentían atraídas por él.

Pero Narciso, parecía insensible al amor que él mismo provocaba y poco a poco empezó a evitar la compañía de los demás.

Un día el joven Narciso vagaba por un bosque, disfrutando del refugio que le proporcionaba la soledad y el silencio, era un lugar pacífico y se sentía muy a gusto. Lo que no sabía Narciso es que en ese bosque vivía una ninfa, la ninfa Eco.

La ninfa había sido castigada por la diosa Hera y era incapaz de hablar, sólo podría repetir la última palabra de la persona que le hablase. Eco había sido un ninfa bendecida con una voz muy hermosa.

Sus palabras eran un melodía y por un asunto que no comentaré ahora, la diosa le quitó de su voz como castigo, la ninfa se resguardo en ese mismo bosque alejada de los demás.

El bosque de Eco y Narciso

Eco se enamora de Narciso

El día que vio a Narciso, se enamoró de él, pero cómo conocía su castigo, sabía que no sería capaz de acercarse a Narciso para hablar con él, lo espiaba a escondidas esperando una oportunidad.

El bosque donde vivía Eco era muy hermoso y Narciso volvía siempre que podía, Eco esperaba ansiosa para poder contemplar la belleza del joven, hasta que un día Narciso se detuvo en una laguna para beber y oyó el crujido de una rama.

—¿Quién anda ahí?— preguntó Narciso.

—!Ahí, ahí!—le respondió un voz.

—¿Quién eres?— volvió a preguntar Narciso.

—!Eres, eres!— le contestó la voz invisible.

—¡Vete!— amenazó el joven.

—¡Vete, vete!— y después de repetir la última palabra Eco apareció entre los matorrales, estaba ruborizada y muy nerviosa, como estaba condenada a repetir la última palabra que le dirigían alargó sus brazos para abrazar a Narciso y hacerle así entender que le amaba.

En ese momento Narciso vio una imagen en la laguna que le dejó sin habla, era el rostro más bello que había visto nunca, y por primera vez en su vida, Narciso se enamoró.

—¡Déjame!— dijo Narciso a Eco.

—¡Déjame!— repitió Eco.

—Aléjate, nada habrá entre tú y el bello Narciso—

—¡Narciso!¡Narciso!— repitió ella y huyó corriendo al interior del bosque rota de dolor, deseando que el presumido muchacho aprendiese el valor del amor no correspondido.

Cuando Eco se fue, Narciso se quedó solo, se giró a la laguna, para observar nuevamente el rostro tan bello, que había visto.

 

Narciso y su reflejo

Estaba petrificado ¿Cómo podía existir alguien tan hermoso? cada vez que sonreía el rostro le sonreía también, pensaba que sería un príncipe, que podría tener su edad, sus rasgos eran suaves y delicados.

—¿Quién eres tú, que eres tan bello?— preguntó Narciso, los labios de la imagen se movieron, pero Narciso no escucho nada, entonces incapaz de contenerse quiso tocar el bello rostro de la imagen.

Pero tan pronto como tocó superficie de la laguna la imagen se desvaneció, y no volvió hasta pasado un tiempo.

Cada vez que se inclinada a tocar el rostro, la imagen desaparecía, Narciso por primera vez, aprendió el dolor del amor no correspondido, lloraba y lloraba y crecía una pena en su interior cada vez mayor.

Hora tras hora y día tras día Narciso, permaneció en el borde la laguna, sin comer, ni beber, sufriendo, hasta que un día cansado de la vida se tumbo entre las lilas del agua y Narciso se transformó en una flor.

Eco que seguía contemplando a Narciso, cuando el joven se desvaneció se refugió en un cueva y el dolor la consumió poco a poco , hasta que solo quedó de ella su voz, el eco.

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